Aquel día me contaron que en mi país ya es obligatorio saberse de memoria la biblia, perdón por la exageración, es de leerla al menos.
Ciertamente no me lo podía creer, yo recuerdo como en mis días de confusión emocional en el periodo agobiante de la adolescencia en busca de respuestas me refugie en las divinas escrituras y casi me llevan a dedicar mi vida a creer que todo mejoraría porque la voluntad de Dios era que así fuera.
No entiendo como siendo un país donde la constitución dicta con toda claridad el derecho a la libertad de culto, y lleguemos a ver este tipo de acontecimientos es acaso que ya estamos tan desesperados como para rendir los brazos y esperar que la ayuda nos caiga del cielo.