lunes, 9 de octubre de 2017

¿Porque ha veces pareciera que estoy anclado en destruir a ARENA?


Los últimos días de mi padre... Fueron interesantes. Los cánceres tienen eso, son muertes lentas, tortuosas y desesperantes. Al final, en la última etapa conocida como "La Aceptación", tuve un acercamiento como nunca a mi padre. Mi viejo y yo no teníamos una buena relación, él fue un excelente proveedor del hogar más no obstante sus funciones de padre sólo se limitaban a eso precisamente: a que no faltara o si era posible que sobrara todo lo necesario en el hogar; todo ésto con el agravante que yo era un adolescente impertinente, cuando a mi padre le diagnosticaron el cáncer yo tenia 14 años.

Segundo Lara, fue un hombre que no podía dejar de trabajar, amaba sentirse útil más que nada, parece que la vida lo hizo que a fuerza se tomara unas vacaciones definitivas.

Quizá si no hubiera sido por su leucemia yo casi ni lo hubiera conocido y estimado como padre como hoy lo hago, sino como un gran negociador de buenos resultados, por ejemplo: mis calificaciones estaban influenciadas por una tasa de interés y así con todo. Sí, Don Segundo fue alguien que impuso una educación canina, si te portas mal castigo, si te portas bien premio a eso se limitaba todo su régimen hasta que cayó enfermo.

Las tragedias de este tipo tienen muchas peculiaridades, una de ellas es que se filtra toda la gente que sobra, cuando la desventura de la enfermedad de Don Segundo llegó a mi familia vimos en verdad quienes eran realmente los que teníamos para confiar y quienes sólo nos habían acompañado para los tiempos de vacas gordas.

Hoy en día aún reflexiono sobre lo irónico que fue aquello mi papá con mi mamá se fueron deshaciendo poco a poco de lo que habían conseguido en una vida de sacrificios y fue mi mama la que dijo que se apostaría todo a la salud de mi padre a pesar  su negativa reacción  por la idea, pero terminó aceptando.

El sacrificio nos alcanzó para mandar a mi viejo a ser tratado a Atlanta, Georgia, EE.UU, donde se le practicó un trasplante de médula osea que fue exitoso, los médicos le recomendaron guardar reposo por dos años, enfatizando que en ese período no tenia que someter el cuerpo a actividad física exhaustiva por ningún motivo.

Lo he dicho antes, Don Segundo formaba parte de esa generación de personas testarudas, que llevan siempre razón, tanto fue así que ni dos meses habían pasado cuando a pesar de haber tenido una fuerte discusión con mi madre dijo que volvía a trabajar, que tenia una propuesta de trabajo en EE.UU que era insuperable y que de todas maneras los médicos siempre exageran. Con su trasplante se sentía como nuevo, "renacido" fue la palabra que usó.

Pues, ¿Qué creen? Los médicos no exageraban, los recuentos leucositarios volvieron a ser desalentadores y para cuando se volvió a sentir jodido con los cansancios decidió volver y según él para que mi mamá no invirtiera lo que quedaba de lo ganado le dejó encargado a su gran compadre que cuando el faltara nos diera ese apoyo por cosas de tiempo y con lo confiado pasó aquello por un notario chafa amigo del compadre (grave error).

Mi padre volvió dispuesto a morir y dijo que ya estaba, no hay dinero se terminó, estamos quebrados, aunque el contaba con que su compadre respondería cuando el faltase, lo que mi padre ignoraba es que el compadre se había enredado con una mujer dos veces mas joven que el que le ahogaba en lo financiero pero le compensaba en lo pasional. Quien no haya perdido la razón por una damisela así, simplemente no ha vivido.

Fue grande la preocupación de mi padre cuando ese compadre dejó de tener comunicación con él, lo que fue más triste, me imagino fue cuando no pudo contactarlo por ningún medio.

Fue peor aún cuando por boca de otras gentes se enterase  que éste hacía movimientos financieros muy riesgosos todo por darle vida de reina a su concubina.

Entonces, me dijo mi padre que aun  mantengo muy vivo.

"Un mucho puede conocer a una persona pero pero esa misma persona enculada de una mala persona es un caso perdido". Hubo gran tristeza en sus mirada aquel día que por fin tuvo que contarle todo a mi madre, la cual hizo acopio de todas sus virtudes para no salir corriendo dejandolo con una enfermedad terminal.

La gran heroína  de mi vida y quizá la persona más sorprendente que he conocido es sin duda mi madre.


Las muertes terminales están regidas por las cinco fases que toda la familia debe afrontar, no solo el enfermo.

Fue en esa quinta fase que mi padre me hizo que le prometiera que terminaría  una empresa que a él le iba a ser imposible acabar, eso era acabar con la existencia de ARENA.

Una promesa es una promesa, estoy atado a ella hasta cumplirla o hasta que la vida me de espacio

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