miércoles, 31 de marzo de 2010

A Todo Trapo Mi Pueblo.

Hacia mucho tiempo que sucedió en un lugar perdido en el tiempo, una historia que como aquellos días perdidos, también se perdió en la anchura del pasar de los tictares de los ya para hoy viejos relojes.
A mitad de una noche estrellada, con todo el miedo del mundo atiborrando me las neuronas un destello me dejo casi ciego.
La noche cegadora cayo de en vació a pura y extremosa oscuridad, el sudor salitroso que me emanaba no tardo en formar con el calor una costra blanquecina en mi rostro, los labios se me partieron y despellejaron;  en el paladar aquel sabor nauseabundo a vomito y sarro.
Permanecí inmóvil para examinar la basta riqueza de silencio de aquel escenario, me sorprendió la tanta paz.  Era como volver a dormir bajo el resguardo de las paredes de un hogar cálido, la calma era sublime, eterna, mágica y copulativa.
Los recuerdos vinieron a mi mente y no tarde en ver de nuevo como la calma impasiblemente cesaba, pedí al Dios que llevaba mucho sin invocar, rogué por ayuda, lo hice con toda la devoción y fuerza de la cual era dueño.   La vehemencia destinada para mi suplica no rindió efecto, mis lagrimas no tardaron en formar parte de la placa de sal que yacía adherida en mi rostro.   Poco a poco me transformaba en una estatua de sal, tal y como cuentan las sagradas escriturar fueron convertidos los testigos visuales de la desaparición de Sodoma y Gomorra; la humedad de mi piel era adsorbida vorazmente por la sed de la sal al mismo tiempo la petrificaba evitando que mi carne se pudriera.

No pudiendo ocultar mi inestabilidad emocional y teniendo en cuenta que mi locura era mi propio reino.  Concluyendo en mi realidad ante mis auto observaciones llegue a re definir esta etapa de mi haber como la mas trémula y raquítica carencia de esperanza que me había tocado vivir.  Pensando el los días felices en los que la infancia era una sonrisa sin pausas, la sintaxis de todas las glorias.  Mi deterioro espiritual, es tan deplorable que solo en la soledad de mis noches me siento acompañado por un yo mismo incapaz de destruir la estructura básica de mis sueños.
La gente muere por cosas menos inestables que el metralleteo de una convulsionante neuralgia es asi como miro a mi pueblo y hay un motivo en la realidad para sonreír ante tanta confucion, estamos partiendo, esto es apenas el arranque, si los buenos vientos nos acojen navegaremos pronto en aguas mas apacibles.

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